jueves, 4 de marzo de 2010

Neira siente "asco y vergüenza" ante la libertad de Puerta


¿A quién no le produce estupor las declaraciones del profesor Neira?
¿Qué persona no puede pararse a reflexionar, siquiera por un momento, lo que Neira vierte a la opinión pública?
¿Es justa esta reacción?

En la idea básica de justicia, que todos tenemos, podemos entender que el agresor del profesor Neira cumpla condena por sus hechos. Hasta aquí todo es correcto, no hay alarmas, todo está bien, todo funciona bien.
A nadie molesta que un nuevo héroe irrumpa en la sociedad, una persona que se interpuso entre una agresión de género, un agredido, un agresor, una justicia que actúa rápida y eficaz; todo funciona, todo está bien.

Desde el momento que el profesor Neira sufrió la agresión, de la que toda España fue testigo, la vida del agresor y el agredido han viajado por muy diferentes derroteros. Uno luchó entre la vida y la muerte a causa de una agresión y una posterior negligencia médica (tapada descaradamente); otro pudo sentir como su libertad se veía coartada por los fríos muros de una prisión. Uno recibió los honores de héroe nacional y se encontró con un puesto de trabajo sustancialmente mejor que el que tenía (también descaradamente); mientras el otro, continuó 17 meses sin otra salida que la cárcel y el desprecio de toda la sociedad.

A nadie, nada de lo narrado le parecía que se salía de lo normal, de lo justo, de lo equitativo. Sin embargo, había un dato que aunque extraordinario, se podía ver justificado por la penosidad que Neira había sufrido. ¿Era necesario el puesto de observador de la violencia de género, que la Comunidad de Madrid regaló al profesor? ¿Quién se atreve a decir algo al respecto? Es mejor callar, dejar las cosas como están, que para lo que ha sufrido ese hombre, ya tiene bastante con lo que tiene (eso pensaban la mayoría).
Podemos afirmar que aunque no se aprobara mayoritariamente el rápido nombramiento en su cargo, podemos aceptarlo y verlo como justo. Todo el mundo pudo entender que la Comunidad de Madrid agasajó a Neira con un magnífico puesto de trabajo, por la negligencia médica que sufrió, tras su peregrinaje por diversos hospitales de la citada comunidad; que a la postre fue la que causó la situación de coma que Neira padeció.

Mientras tanto, Violeta Santander (novia de Antonio Puerta) se paseó por los medios de comunicación, en realidad sólo por un medio, defendiendo a su pareja, defendiendo su inocencia en vano. Fue abucheada en un esperpento televisivo que producía náuseas y vergüenza ajena. Vamos a quedarnos con la palabra vergüenza, después la volveremos a utilizar.

Tras los premios y honores de Neira, cuando todo parecía olvidado, la juez que instruye el caso, ve indicios suficientes para otorgar a Antonio Puerta la libertad condicional. , ya que Antonio todavía no ha sido juzgado y por consiguiente aún no existen esos “hechos probados” tan importantes en el Derecho Procesal. Es preciso recordar que pesa sobre él la presunción de inocencia, pues no hay sentencia condenatoria, aunque la medida de prisión provisional se toma por los evidentes indicios de culpabilidad, y por qué no decirlo, de la misma dimensión social que el caso tomó en su día.
La pregunta es ¿De qué se acusa a Puerta? Y ¿Qué pena tiene el hecho en nuestro Código penal?

Veamos de forma sucinta el derecho positivo que informa el caso Neira:
Artículo 147 del Código Penal “El que, por cualquier medio o procedimiento, causare a otro una lesión que menoscabe su integridad corporal o su salud física o mental, será castigado como reo del delito de lesiones con la pena de prisión de seis meses a tres años, siempre que la lesión requiera objetivamente para su sanidad, además de una primera asistencia facultativa, tratamiento médico o quirúrgico.

3 años como máximo de pena. Por los 17 meses que ha pasado en prisión provisional. Y ahora vean un estracto del artículo 504 de la ley de enjuiciamiento criminal donde se habla de la duración de la prisión provisional "su duración no podrá exceder de un año si el delito tuviere señalada pena privativa de libertad igual o inferior a tres años, o de dos años si la pena privativa de libertad señalada para el delito fuera superior a tres años."

Ustedes mismos ya pueden hacerse una idea de lo que Antonio Puerta, sea declarado culpable o inocente, ha pasado ya. La mitad de la pena, de la que a priori no hay indicios de agravante, por lo que se quedaría en tres años como máximo.

Cuando el hecho de la puesta en libertad de Antonio ocurre, los medios de comunicación se agolpan en la casa de Neira para escuchar su opinión. En unas declaraciones, con un claro aspecto de improvisación, el profesor Neira manifiesta tener “asco y vergüenza” de la decisión judicial y añade que le gustaría no ser español. Aquí vuelve a aparecer la vergüenza, ese bochorno que de vez en cuando aparece en nuestra sociedad, que invade instituciones, políticos y personas vulgares; que viaja descontrolado hasta que se estrella contra alguien.
Cualquier manifestación del profesor tienen un profundo calado en la sociedad, que siempre se ha mostrado sensible a su caso, sociedad que le ha dado múltiples señales de apoyo durante todo este tiempo. Neira piensa que puede influir en las decisiones de los órganos judiciales, a modo de presión, piensa que puede cambiar decisiones que se han tomado con la meditación y la responsabilidad que merecen.
Lo que me lleva a formularme la siguiente pregunta: ¿Es inmoral lo que Neira manifiesta? Neira usa la moralina (decir lo que está bien o está mal) desde su atalaya particular, a sabiendas de que sus declaraciones, harán zozobrar todo el sistema judicial y volverán a poner a los pies de los caballos a Antonio.
¿No sería mejor para todos que Neira se impusiese la obligación del silencio? ¿Alguien piensa que sus declaraciones son desafortunadas y que sólo va a conseguir desprestigio social?

Somos una sociedad cambiante, con valores morales poco sólidos, que se mueve en dirección del viento de la actualidad; lo que hoy es negro, mañana puede ser blanco; el que hoy es rey, mañana puede ser villano; el que hoy está protegido mañana estará desnudo. Neira es una persona que está haciendo equilibrios entre la aceptación social y el oportunismo ilustrado; que debería tener cuidado pues está apunto de caer.

Las reacciones no se han hecho esperar, mucha gente piensa ya, que Neira es una persona que no ha dejado de aprovecharse de la situación. Todos somos conscientes que es casi irracional pensar mal de ese pobre hombre, que se debatió entre la vida y la muerte por una agresión. Pero todo tiene un límite, que en ocasiones no está escrito, pero que todo ser racional entiende y asume. Por lo que las tornas han cambiado, y no es que el lobo se haya convertido en cordero, sino que el cordero ya es menos cordero.

Soy consciente de la dureza de mis palabras, pero las valoraciones se hacen en conjunto, se observan todas las variables, todos los resquicios y se pone todo en una balanza. Así podemos acercarnos con paso certero hacia la justicia, ese ideal de lo ecuánime, de lo equitativo, de dar a cada uno lo que se merece.