lunes, 18 de julio de 2011

La iracunda transformación del movimiento 15M


Para mí, el movimiento 15M nació esperanzador y vigoroso, supo sobreponerse a la incertidumbre de las primeras tempestades, y gozó de una inusitada respuesta política, más que aceptable.
Obviamente el movimiento no podía quedarse ahí, debía seguir adelante, es cuando comenzó a desfondarse, quedándose a la deriva. El gigante con los pies de barro.

Todo comenzó con el alegato ante la indiferencia y contra la insurrección política de Stéphane Hessel, diplomático y miembro de las Naciones Unidas. Aquellos textos tenían enjundia y fueron calando en la sociedad, aderezado con nuestra autóctona corrupción cómodamente instalada en nuestra lobotomizadas cabezas, y el pasotismo ilustrado de la crisis económica que mostraban nuestros representantes políticos, fraguó el cóctel del cambio y de la indignación. De repente sonó el despertador y todos fuimos Sol.
La acampada en la capital de España no causaba otra cosa que asombro, pasmo y a los políticos estupor. ¿Cuándo se irán? – Se preguntaban miedosos. Parece que se han enfadado. – Codeaba un político sudoroso a otro colega.
Aquellos primeros días denotaron una falta de organización que en absoluto mermó los rápidos resultados, pero la ausencia una jerarquía e incluso la figura de un líder, junto con una indefinición clara de los contenidos del movimiento, acabó pasando factura.
Las agresiones a los políticos entrando a las Cortes Valencianas, el hostigamiento al Alcalde Madrid cuando paseaba plácidamente a su perro y varios altercados ilegales más, se hicieron bajo el manto de un nuevo e iracundo movimiento 15M.
El todo vale es un estado de derecho es peligroso, tanto para el pueblo soberano como para el poder ejecutivo.

El pasado 5 de julio, un inmigrante se intentó colar en el metro del barrio de lavapiés, lo que propicia que el vigilante de seguridad llame a la policía. Cuando ésta llega trata de identificar al individuo, que se niega, lo que obliga a la policía a trasladarlo a dependencias para tomarle las huellas; sólo para saber quién es esa persona y no para proceder a su detención por colarse en el metro. (que no estamos en Korea del Norte) Por allí pasaba una manifestación ya pervertida del 15M, que al ver la escena, increpa a la policía tachándola de racista. La multitud se agolpa en contra de las fuerzas y cuerpos de seguridad, lo que les hace huir de manera indecorosa.
Días más tarde, en neo-movimiento 15M, evita la detención de un senegalés que traficaba con droga, en el mismo barrio madrileño. Acusando a los Agentes de Cuerpo Nacional de Policía de estar efectuando una redada racista.
Y yo me pregunto ¿Cuál será el siguiente paso?, ¿Qué le ha pasado a este movimiento que exige democracia real y no cree en los únicos que de verdad la pueden hacer valer?, ¿No queréis policía en vuestro nuevo país?, ¿Quién controlará el cumplimiento de las nuevas leyes que dictéis?

El movimiento que insuflaba miedo en los políticos, ahora me lo provoca a mi.
Resulta curioso que hace más de 2000 años, Platón anunciaba que un país debía tener 3 partes innegociables, que eran: la parte sensitiva los productores, el pueblo que se ocupaba de proveer los víveres necesarios para la comunidad; la segunda clase eran los guardianes, los irascibles, con dos misiones defensa-ataque y la vigilancia de los posibles desmanes de riqueza de la clase superior; por último los gobernantes, alumbrados por su alma racional que velarían por el interés general, además de educar a los irascibles a que controlen los abusos de los sensitivos.

jueves, 7 de julio de 2011

Pongamos que hablo de la SGAE


No acostumbro a disertar sobre casos abiertos, pendientes de sentencia judicial. En el caso de la SGAE tendré que hacer una excepción.
La SGAE, en una institución privada, dicen auspiciada por el Gobierno que le da cobijo, que ha inventado una formidable fórmula para aumentar emolumentos a diario. La SGAE recauda un impuesto a empresas tan variopintas como barberías, salones de bodas, Ayuntamientos y el sursum-corda. Reconozco que es el negocio perfecto, al que sumamos en canon digital. El sistema está estructurado para que en algún momento de nuestra vida debamos contribuir a tan noble causa, los derechos de autor.
Se dan situaciones tan inverosímiles como el claudicar por comensal en un banquete nupcial, a tanto por oreja digo yo; o por tener la radio puesta en un taller de costura, aunque sea radio María, con todos mis respetos a sus oyentes.
Pues bien, inventada la gallina de los huevos de oro, los ávaros no decepcionan nunca, no contentos con solucionarse la vida, a ellos y a los artistas disecados (aquellos que viven del cuento, todos sabemos quienes son) urden otra trama para desviar capitales y cometen delitos societarios y no sé cuantas acusaciones más.
Me permito el lujo y el gusto de criticar a esta serie de individuos, ya que los indicios son tan palmarios que ya están en prisión preventiva. Aquí no se salva ni el apuntador, si se tratare de una obra de teatro de esas que pagan derechos de autor.
Yo ya no se que causa más estupor, si ir a tu chalé de vacaciones y encontrar que te lo han desvalijado o poner las noticias y ver a esta panda.
Decía el filósofo Bertrand Rusell que el acto más justo es aquél que debidamente meditado probablemente será el más afortunado. Esta gente, ha meditado como producir el mayor efecto en sus bolsillos, hostigando a la mayor gente posible, afortunándose ellos mismos al cuadrado. Me gustaría que pagasen por lo que han hecho, pero no con cárcel, sino devolviendo hasta el último céntimo que nos quitaron, que falta nos hace. Que lo devuelvan todo, ójala.
Siento haber pasado por el forro la presunción de inocencia de estos tipos, pero la duda ofende.