lunes, 15 de octubre de 2012

La televisió autonòmica que vull


Jo he vist nàixer a Canal 9, la televisió autonòmica de la Comunitat, créixer, degradar-se i morir. Jo he sigut testimoni de com la gent no sintonitzava en la llista de canals de casa seva la tele autonòmica. Jo he estat gravant el "Magdalena Vítol" i la gent, a l'uníson, m'ha ahucat el impropèri de "canal9 hijodeputa canal9"; sense saber que jo era un càmera d'altra cadena. Jo he sentit l'ostracisme informatiu en la província de Castelló i sobre tot al Villarreal CF, que durant diverses temporades va ser l'estendard del futbol en la Comunitat. Sé de primera mà, lo mal que ho han passat aquells professionals que treballaven per a l'ens, ací, en la meua terra, a Castelló. Ho sé, perquè els conec. Tot açò ha passat, i és real. No és una opinió.

Encara així, vull a Canal 9, perquè és la meua televisió autonòmica, la que està pròxima al meu poble. Però no la vull així.

Aprofitant el nou nomenament del Consell d'Administració, i sent la Castellonenca Rosa María Vidal la nova presidenta de l'ens públic, vull aprofitar per a dir-li que al meu parer:

Vull una televisió pública, de qualitat i despolititzada. No vull corresponsals a Nueva York, Pequín o Estambul, perquè no m'interessa que Canal 9 em compte el que passa allí; jo vull informatius que parlen de coses que succeïxen ací, en els pobles de la Comunitat. Per a informar-me del que passa en l'estranger tinc un fum de cadenes i indrets web.

Vull suport a la cultura Valenciana, i en Valencià. No vull que es compren pel·lícules ni sèries estrangeres i que es paguen ingents quantitats de diners per elles. I em dóna igual que les altres cadenes autonòmiques ho facen així, jo no vull que Canal 9 pague ni un Euro per això.

Vull una difusió de tot l'esport Valencià, no sols de futbol, sinó d'altres moltíssims esports en què triomfem i ningú els dóna bola.

No vull contractes a productores de fora de la Comunitat, i ni de bon tros fora d'Espanya. Ací hi ha professionals de sobra. Els concursos, les sèries i els programes, es fan amb gent d'ací; i no competirem en audiència amb cap televisió, perquè no ho necessitem.

La nostra televisió ha de ser eficient, o almenys intentar ser-ho, i si no paréixer-ho. Però la nostra televisió ha de ser d'acord amb el temps en què vivim, austeritat com a regla, no com a virtut.

Jo vull una televisió xicoteta, humil, pròxima, que pense en local. No vull un monstre que deu milions i que està lligat pel jou polític. Per favor, una televisió digna i de tots els Valencians.

Rosa María Vidal, espere que puga llegir açò, i que sàpia que ha sigut escrit sense cap tipus d'acritud i emanat d'una reflexió totalment personal.


Castellano




Yo he visto nacer a Canal 9, la televisión autonómica de la Comunitat. La he visto crecer, degradarse y morir.
Yo he sido testigo de cómo la gente no sintonizaba en la lista de canales de su casa la tele autonómica. Yo he estado grabando el “Magdalena Vítol” y la gente, al unísono, me ha abucheado la coletilla de “canal9 hijodeputa canal9”; sin saber que yo era un “freelance”.
Yo he sentido el ostracismo informativo en la provincia de Castellón y el ninguneo al Villarreal CF, que durante varias temporadas fue el estandarte del fútbol en la Comunitat.
Sé de primera mano, lo mal que lo han pasado aquellos profesionales que trabajaban para el ente, aquí, en mi tierra, en Castellón. Lo sé, porque los conozco. Todo esto ha pasado, y es real. No es una opinión.

Aún así, quiero a Canal 9, porque es mi televisión autonómica, la que está cercana a mi. Pero no la quiero así.

Aprovechando el nuevo nombramiento del Consejo de Administración, y siendo la Castellonense Rosa María Vidal la nueva presidenta del ente público, quiero aprovechar para decirle que en mi opinión:

Quiero una televisión pública, de calidad y despolitizada.
No quiero corresponsales en Nueva York, Pekín o Estambul, porque no me interesa que Canal 9 me cuente lo que pasa allí; yo quiero informativos que hablen de cosas que suceden aquí, en los pueblos de la Comunitat. Para informarme de lo que pasa en el extranjero tengo un abanico de cadenas y sitios web.

Quiero apoyo a la cultura Valenciana, y en Valenciano. No quiero que se compren películas ni series extranjeras y que se paguen ingentes cantidades de dinero por ellas. Y me da igual que las demás cadenas autonómicas lo hagan así, yo no quiero que Canal 9 pague ni un Euro por eso.

Quiero una difusión de todo el deporte Valenciano, no solo de fútbol, sino de otros muchísimos deportes en los que triunfamos y  nadie les da bola.

No quiero contratos a productoras de fuera de la Comunitat, y ni mucho menos fuera de España. Aquí hay profesionales de sobra. Los concursos, las series y los programas, se hacen con gente de aquí; y no vamos a competir en audiencia con ninguna televisión, porque no lo necesitamos.

Nuestra televisión debe ser eficiente, o al menos intentar serlo, y si no parecerlo. Pero la televisión debe ser acorde con el tiempo en el que vivimos, austeridad como regla, no como virtud.

Yo quiero una televisión pequeña, humilde, cercana, que piense en local. No quiero un monstruo que debe millones y que está atado por el yugo político.
Por favor, una televisión digna y de todos los Valencianos.

Rosa María Vidal, espero que pueda leer esto, y que sepa que ha sido escrito sin ningún tipo de acritud y emanado de una reflexión totalmente personal.

lunes, 16 de abril de 2012

Uno hace lo que quiere en su tiempo libre


No hay nada de malo en que el Rey se vaya de vacaciones a Bostwuana, si lo hace en su tiempo libre.
Tampoco cabe preguntarse si lo hace con dinero público o privado, pues toda referencia al coste de viaje es ociosa. Los Españoles tenemos una férrea Constitución donde se recogen las funciones del Monarca y de la Corona como institución; donde dicho sea de paso, se dice que el Rey recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global para el sostenimiento de su Familia y Casa, y distribuye libremente la misma.

Esa es la forma de regir la Jefatura del Estado que en 1978 decidimos los Españoles. Por lo tanto, que el Rey haga lo que quiera en su tiempo libre, siempre que después cumpla con los mandatos de la Constitución.
El debate si caza elefantes o hienas es estéril, porque por esa regla de tres, también deberíamos de poner en tela de juicio cuando Aznar pasaba sus vacaciones en Oropesa y convertía la ciudad Castellonense en un Estado Policial; o cuando un Alcalde hace la ruta 66 en Harley; o si un presidente de una Comunidad autónoma cierra una discoteca para la boda de su hija.
Pienso, que mientras que sea con su dinero, si lo ganaron honradamente, que hagan lo que les plazca.
De lo contario entramos en el complicado debate de qué hacer con el dinero común, pues deberíamos de trasladarlo a todos los funcionarios y personal público que trabaja en España, y cuestionar también en que se gastan el dinero que reciben, pues emana de los impuestos de todos los Españoles (los que los pagan, claro está).

La reflexión es, sin duda, que si tras los acontecimientos económicos tan desgarradores que estamos sufriendo, y los varapalos a los que nos someten los mercados, si ha llegado el momento de cambiar la forma en la que se administra la Jefatura del Estado, e incluso si la misma debe continuar.
Cierto es que no es una ingente cantidad de dinero la que se otorga de manera libérrima, pero como dicen en mi pueblo, toda piedra hace pared.

Estamos ante un momento en la historia de España en la que el poder Ejecutivo y Legislativo está ávido de cambios y además se encuentra en franca mayoría, capaz incluso, de tareas ímprobas como modificar la Constitución.
Se barrunta un movimiento más controlador con los desmanes de la Casa Real, que sin duda, vienen de la mano del caso Urdangarín; es posible que desemboque en la desaparición de lo que hoy conocemos como Corona. La pregunta no es cuándo, ni cómo, sino, por dónde (serán los mercados, la presión social o el poder ejecutivo…)

Mientras tanto, me gustaría hacerle llegar a Su Majestad el siguiente mensaje: Bostwuana es el país con más índice de SIDA del mundo, me encantaría que más que pedir disculpas por cazar Elefantes como le piden, destinara el dinero que costó el viaje, ya sea público o privado, a ayudar a ese país que tan sumamente mal lo está pasando. Pues como decía Kant “actúa como si tu máxima se convierta en Ley universal”.

sábado, 3 de marzo de 2012

Manifiesto al político/agente público que todavía no ha robado


El caso Nóos ha sido la gota que ha colmado el vaso de mi paciencia. Yo tengo en la mente, cuando era aún un niño, al orondo mandamás del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil, un hombre ligado a los excesos, de todo tipo.
Una imagen se instalaba en mi cavidad, la del robo de caudales públicos, la malversación, la codicia, el delito… una idea que me hizo creer que los políticos, los agentes públicos en suma, tienden a meter la mano cuando tienen oportunidad.
Nadie en mi familia ha sido político, pero todos han corroborado siempre esta perversa idea, si pueden robar lo hacen.
Del difunto Jesús Gil al presunto Urdangarín, con sus empresas y negocios sinónimo de lucro, ha pasado más de una década; unos años en los que la perspectiva me hace ver las cosas de la siguiente manera.

La época que nos está tocando vivir me recuerda mucho a mi infancia, por allá por los años 80, año arriba, año abajo.
Recuerdo que le preguntaba a mi padre, que era por aquel entonces autónomo y trabajaba 12 horas al día, qué era aquello de la crisis. También se lo preguntaba a mi abuelo, que trabajaba lejos de casa, en el extinto Instituto de Colonización, extrayendo agua por pueblos perdidos de la geografía española.
Mi madre hacia lo propio en el bar con mi padre, y además lo hacía en casa, porque nunca consintió que nadie viniera a realizar las tareas domésticas.
Mi tío, trabajaba en el muelle de Vinaroz, y se levantaba a unas horas que yo no pensaba que existían. Mi tía, en la naranja, cuando era temporada.
Y sacaron adelante a tres hijos ingeniándoselas con los horarios y engañando a las horas de sueño; hoy no sé ya si se puede hacer eso, dicen que no es sano.

He tenido la suerte de caer en una familia abnegada en el trabajo, que nunca ha tenido más de lo que necesitaba, pero tampoco nunca le ha faltado nada, porque se lo ha ganado trabajando a brazo partido.

En España, en aquellos tiempos, ya había crisis, y yo que era un niño preguntón, como todos, intentaba entender qué era aquello. Mi abuelo me decía con cierta ironía que España era un país riquísimo, porque todo el mundo robaba y siempre quedaba más. Recuerdo perfectamente que aunque sabía que robar estaba mal, ya subsistía en el ambiente una resignación estúpida ante tales desmanes. ¿Seríamos los españoles así? Eran tiempos en los que se puso de moda ese aforismo importado por el turismo europeo “typical Spanish” y así lo definíamos todo. Porque nosotros éramos así.
¿Seguro? yo he crecido con esa dicotomía, trabajo y responsabilidad y pillería española. En mi familia, a la cual admiro, todo lo hemos ganado honradamente.

Me he forjado con esa forma de ser, por eso me puse a trabajar a los 16 años, convencido que mi destino era ganarme el pan cuanto antes fuere posible. A día de hoy, continúo trabajando, y tengo que dar gracias por ello. O al menos, eso dice todo el mundo. Por si acaso, doy gracias.

Doy gracias, pero a mi nadie me ha regalado nada, aunque tampoco voy a coger nada que no sea mío, algo que no me toque. Porque así me lo han enseñado, y así lo he visto en mi entorno y he crecido con esa idea.
Porque soy feliz con lo que tengo y no me ciega la avaricia de querer más y más; así, desgraciadamente, nunca se es feliz, ya que todo se antoja siempre insuficiente. Nunca se sacia uno cuando tiene más de lo que necesita.

Desde que tengo uso de razón, se vienen sucediendo sin solución de continuidad, casos de corrupción. Políticos, terrenos, obras, facturas fantasma, amiguismos y un largo etcétera.
Duele especialmente en la coyuntura en la que estamos, y más que nunca, ver como otros se han forrado delinquiendo, con dinero de todos. Y además, da la impresión que ellos se ríen y se lo pasan bomba, y que a nosotros nos preocupa más las crisis que nos cuentan, de la que debemos estar muy preocupados.
Parece que nos han dado un problema grandísimo para que estemos entretenidos con él, nos hablan de primas de riesgo, de mercados, de deuda externa, de eurobonos, y de cosas que no comprendemos.
Lo que más asombra es que las personas de a pie, estamos tremendamente agobiados por algo que nos han dicho que es muy malo. Y con eso, ya tenemos bastante.

¿Estamos ante una crisis económica, o ante una crisis de identidad, de valores y de humildad?
¿Qué nos hace más daño, ver a una persona que no encuentra trabajo o un nuevo caso de corrupción?
¿Qué nos enfurece más, ver un país en declive o a un tío metiendo mano a la caja?
Tenemos y debemos despertar. Porque somos un gran país, repleto de gente honrada y trabajadora, que tiene que decir muchas más cosas de las que los políticos se imaginan. Que tiene que denunciar todos esos desmanes que ahora, nos desgarran más que nunca.

Como dicen los criminólogos, entiendo que la prevención es la única vía factible para acabar con las conductas desviadas. De poco sirve encarcelar al ladrón, si ya ha decidido ser ladrón. Aunque es cierto que la cárcel es el sitio más adecuado para ese tipo de personas.
Por eso, desde la prevención, quiero dedicar estas palabras a aquellos políticos, y a todos los agentes públicos que están pensando algún día en robar de la cosa pública y todavía no lo han hecho.

Espero que todos los que malversan y especulan con dinero público lean esto alguna vez, espero que sientan vergüenza de haber hecho semejante desmán; quiero que sepan que les desprecio absolutamente y que para mi, y para todos, no significan nada.
Espero que el destino les depare infelicidad y que pierdan todo lo que han robado de la manera más dolorosa posible. Que sientan el desprecio de la sociedad, y el vacío de la soledad, el cual no podrán llenar con su dinero sucio y corrupto.
Quiero que sepan que la clase trabajadora a la que pertenezco les odia y repudia, como a una sanguijuela, como una cucaracha que corretea por la cocina. Que son eso y nada más.
Deseo que la justicia les cale tan hondo que sientan frío, que se les encoja el estómago, que se le degraden sus rostros porque la vida les ha hecho mella, como si de un trabajador auténtico se tratare. Y no como lo que son, simples farsantes, vendedores de nada.
Sueño con una sociedad que salga a la calle cada vez que el hombre público mete la mano en la caja, para hacerle ver que condenamos también ese acto, sucio, despreciable, asqueroso. Que sepa que tenemos memoria y no olvidamos.
Me gustaría que estuviéramos ávidos de saber quién es el siguiente en la lista negra, esa lista de personas odiadas, repudiadas, excluidas de la que tienen que ser una sociedad limpia de esa calaña, que no merece siquiera un segundo de interés en nuestras vidas.

Espero, hombre aún honrado, que cuando leas esto, apartes el mal de tu mente, que no inicies ese nefasto camino criminal, que es robar nuestro dinero.