jueves, 7 de julio de 2011

Pongamos que hablo de la SGAE


No acostumbro a disertar sobre casos abiertos, pendientes de sentencia judicial. En el caso de la SGAE tendré que hacer una excepción.
La SGAE, en una institución privada, dicen auspiciada por el Gobierno que le da cobijo, que ha inventado una formidable fórmula para aumentar emolumentos a diario. La SGAE recauda un impuesto a empresas tan variopintas como barberías, salones de bodas, Ayuntamientos y el sursum-corda. Reconozco que es el negocio perfecto, al que sumamos en canon digital. El sistema está estructurado para que en algún momento de nuestra vida debamos contribuir a tan noble causa, los derechos de autor.
Se dan situaciones tan inverosímiles como el claudicar por comensal en un banquete nupcial, a tanto por oreja digo yo; o por tener la radio puesta en un taller de costura, aunque sea radio María, con todos mis respetos a sus oyentes.
Pues bien, inventada la gallina de los huevos de oro, los ávaros no decepcionan nunca, no contentos con solucionarse la vida, a ellos y a los artistas disecados (aquellos que viven del cuento, todos sabemos quienes son) urden otra trama para desviar capitales y cometen delitos societarios y no sé cuantas acusaciones más.
Me permito el lujo y el gusto de criticar a esta serie de individuos, ya que los indicios son tan palmarios que ya están en prisión preventiva. Aquí no se salva ni el apuntador, si se tratare de una obra de teatro de esas que pagan derechos de autor.
Yo ya no se que causa más estupor, si ir a tu chalé de vacaciones y encontrar que te lo han desvalijado o poner las noticias y ver a esta panda.
Decía el filósofo Bertrand Rusell que el acto más justo es aquél que debidamente meditado probablemente será el más afortunado. Esta gente, ha meditado como producir el mayor efecto en sus bolsillos, hostigando a la mayor gente posible, afortunándose ellos mismos al cuadrado. Me gustaría que pagasen por lo que han hecho, pero no con cárcel, sino devolviendo hasta el último céntimo que nos quitaron, que falta nos hace. Que lo devuelvan todo, ójala.
Siento haber pasado por el forro la presunción de inocencia de estos tipos, pero la duda ofende.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hacía tiempo que no entraba a leer su blog. Gran blog, gran texto, grandes comentarios. Si importara la perspectiva en la opinión y la independencia del pensador, echarías al paro a más de un "tertuliano".

óscar parra dijo...

Gracias, es un buen elogio que me anima a seguir escribiendo, que es una de mis pasiones.
La otra sería ser tertuliano, o mejor dicho, opinador, porque todos tenemos una opinión, de casi cualquier cosa.