jueves, 11 de diciembre de 2008

El mito de la patata hervida

Cuentan que hace tiempo, un joven estaba con sus amigos pasándoselo bien y le empezó a entrar sueño. Pensó que podría quedarse más tiempo con sus amigos o que podría irse a casa a descansar. Realmente, cuando nos divertimos y nos entra sueño, nos fastidia un poco, ya que en realidad lo que de verdad queremos es aprovechar el tiempo con los nuestros.
Este chico, tenía algún que otro motivo para querer irse a casa, allí le esperaba una patata hervida que su madre le había preparado horas antes.
Comentó a sus amigos que se marchaba, a lo que ellos le dijeron que por qué, que cual era la razón. Él, relamiéndose dijo que en casa tenía una patata esperándole y que quería comérsela antes de dormir. Su amigos se echaron a reír, obviamente no comprendían lo que "el mito de la patata hervida" atesoraba en su interior.
Finalmente, nuestro amigo se marchó a casa, y como dijo, se comió muy felizmente su patata antes de acostarse.

La grandeza que encierra este mito es inabarcable, es en síntesis el ser feliz de uno mismo.
El mito de la patata hervida exalta la condición de un ser humano humilde, pragmático y austero. La incalculable potencia de un hombre que es capaz de ser feliz comiéndose un patata, la posibilidades infinitas que este hecho lleva adheridas es el todo; a saber, si un hombre puede ser feliz con un concepto tan primitivo, puede serlo con cualquier cosa. No le será difícil disfrutar ante cualquier placer.

Es posible que poca gente comprenda este mito, es más, en la sociedad en la que vivimos casi nadie le prestará atención. Ese es el problema, nuestras metas están demasiado altas y la consecución de la felicidad es cada día más complicada, más cara, más difícil... y además no tenemos tiempo de conseguirla.
Es complejo sentirse identificado con el mito, pero no por ello debemos ignorarlo. Conseguir pequeños placeres es una felicidad continua, que nunca acaba, infinita. Intentemos ser felices con lo mínimo y llegaremos a lo máximo. Piensen en ello, mediten, imagínense degustando una patata hervida, su sabor, su sensación su grandeza.

Lo más curioso de este mito es que es real, que existe un hombre al que conozco que es feliz comiendo patatas hervidas. En ocasiones, las lecciones más importantes de la vida no están escritas, no te las dicta un maestro, están tan cerca que si no prestamos atención puede que pasen desapercibidas ante nuestra galopante ceguera.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo vivi la experiéncia de "El mito de la patata hervida" muy de cerca. Y creame cuando le digo que comprendo lo que quiero decir. Sólo tengo que recordar la expresión de su cara al mencionar la patata, para darme cuenta de grandiosidad de ese momento... Expresión limpia y de sincera de felicidad, inocente como sólo lo son los sentimientos más puros... Expresión que te lleva a reflexionar sobre que estaba pasando y que usted a escrito a la perfección.

óscar parra dijo...

Me alegra observar como el mito de la patata se clarifca. Como digo, la cosas más livianas pasan en ocasiones inadvertidas ante nosotros; pero esa misma condición, de cosa fútil, atesora una de las lecciones más formidables de nuestra vida.
Manténgase ojo avizor ante el implacable camino de las llamas.

Anónimo dijo...

Realmente el mito de la patata hervida (real como la vida misma) podría haberse llamado "el mito de los macarrones hervidos", "el mito de la barra de pan" o "el mito del cous-cous de medianoche". Su aroma sería el mismo aunque no se llamase rosa.